La fuente de las aguas puras
Era
una mañana fría y oscura. Yo estaba camino a mi hogar, luego de hacer el
trabajo que la Emperatriz
me había pedido. Fue en ese entonces cuando gire mi cabeza y pude ver ese
fenómeno tan horrible y peligroso llamado “La nada”. Trate de correr lo más
rápido que pude pero mis piernas no fueron lo suficiente para escapar de esa
rareza, hasta que ese este me atrapo. Pero algo extraño había ocurrido, cuando
la nada me toco la pierna esa no desapareció sino que frente a mis ojos se había
presentado una cara maligna que decía:
—
Durante las noches te convertirás en la peor bestia
que el mundo de Fantasía halla podido presenciar.
Y
sin razón desapareció.
En
ese momento yo estaba asustado porque no sabía que podía llegar a hacer durante
la noche, entonces decidí ir a consultar con el oráculo. Comencé a caminar, el
día se iba terminando y yo estaba aterrado por lo que podía ocurrir. La noche
calló y yo me comencé a sentir extraño, sentía que mis brazos y piernas se
agrandaban y sentía que mis dientes crecían y se iban afilando. Fue así cuando
empecé a destruir cada cosa que se interponía en mi camino, trataba de
controlar me, pero no había solución. Así pasé toda la noche destruyendo todo
lo que veía, hasta que por fin mi pesadilla había acabado cuando comencé a ver
el sol que se asomaba por el horizonte.
Por
fin a lo legos pude ver la cueva del oráculo. Era un lugar en medio del
desierto rodeado de cáctus que de ellos salían deliciosas manzanas, y alrededor
de la cueva había millones de arañas que me daba miedo pasar.
—
Hola— dijo el oráculo— ¿Qué te trae por aquí?
—
Solo quiero saber como liberarme de la maldición que
me ha dejado “la nada” — respondí.
Y
con esas palabras el oráculo comenzó a cantar una rara canción y a frotar dos rocas
con las que prendió una fogata y comenzó a tirarle polvillo que tenía guardado.
—
¿Cómo te llamas? — me preguntó.
—
Cairón — le respondí.
—
¿Qué maldición te ha dejado la nada?
—
No lo sé, lo único que se es que desde que me toco la
nada, cuando el sol cae yo me convierto en una horrible bestia.
—
Creo que ya tengo la solución — me interrumpió — debes
ir a “La fuente de las aguas puras” y beber de ella durante la noche.
—
De acuerdo pero, ¿Cómo hago para llegar a allí?
—
Debes cruzar el bosque de las hadas y estarás en la
fuente en un abrir y cerrar de ojos— me respondió.
—
Bueno muchas gracias — pero antes que lo pudiera decir
el oráculo había desaparecido.
Así
que decidí comenzar viaje pero antes quise ir a dormir porque noche estaba
llegando y no quería causar ningún daño.
Al
día siguiente me desperté y al caminar unos pocos kilómetros, ya estaba dentro
del bosque de las hadas. Luego de caminar por ese bello bosque lleno de
hermosas flores y unos seres extraordinarios, escuché una voz aguda que me
decía:
—
¿Tú no andas mucho por aquí no?
—
No, de hecho es la primera vez — le respondí a ese
bello ser.
—
Te quiero informar que cada dos días una bestia
horrenda y grande viene en busca de comida y destruye nuestro bosque.
—
Que horrible — la interrumpí.
—
Tienes que salir rápido de aquí o esa bestia horrenda
te comerá, no te preocupes por nosotras, él no nos ve porque nos camuflamos y
escondemos en los árboles.
Y
fue en ese momento cuando comencé a escuchar pasos fuertes, entonces decidí
comenzar a correr y cuando quise ver atrás ya estaba mas lejos de lo que
pensaba de ese bosque. Y cuando miré para adelante pude observar una fuente
bella llena de agua cristalina. Corrí hasta ella pero recordé que el oráculo me
había dicho que debía tomar de ella por la noche, a sí que me senté junto a la
fuente y espere hasta que el sol bajara. Cuando pude ver el sol ya estaba
empezando a caer, entonces me pare y comencé a beber de ella. Era un agua era
deliciosa, el agua más rica que halla podido tomar en mi vida. Cuando quise ver
ya era de noche y no me había convertido en una bestia. Una vez que me había
liberado de la maldición, me senté en un árbol que había cerca y me dormí.
Al
día siguiente me levanté y comencé mi viaje de vuelta a mi hogar. En ese
momento escuché una voz que me decía:
—
La Emperatriz te necesita
urgentemente — me decía el mensajero.
A
si que decidí escucharlo para ver que pedido me había mandado la Emperatriz.
Pero
esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
FIN.